Carta de Humphrey Tonkin:
Se acerca el 26 de julio, Día Internacional del Esperanto. ¡Hay que planificarlo ahora!
¿Qué harás ese día?
Definitivamente informaré a mis amigos que no son esperantistas que es un día especial en el calendario esperantista: el día de 1887 cuando Zamenhof publicó un pequeño folleto que presentó por primera vez el esperanto al mundo. No les impondré el esperanto,pero presentará una solución a los problemas del mundo, pero mencionaré algunos desarrollos recientes. Por ejemplo: quizás el hecho de que el próximo año tengamos un congreso en África, donde el esperanto poco a poco va acumulando adeptos y usuarios. O quizás el hecho de que miles de personas usan Esperanto en redes sociales; o cantar en este idioma, incluso en coros internacionales; o leer en el idioma; o enseñarselo a otras personas
Entre mis amigos, espero que haya uno o dos políticos locales, maestros o personas que viajen internacionalmente.
Tal vez incluso me comunique con nuestro alcalde, o envíe un mensaje a nuestro senador o miembro del parlamento, o me comunique con un sacerdote local. Tal vez lo haga ahora, para advertirles que pronto llegará el Día del Esperanto.
No imponer, sino informar. No para convencer inmediatamente sino para interesar. No para demostrar que los esperantohablantes son extraños, sino para demostrar que son sabios, que están bien informados sobre el mundo, que trabajan por el entendimiento entre las personas.
Por otro lado, si trabajar para comprender es extraño, llámame bicho raro…
Tal vez les mencione que pronto iré a un congreso de Esperanto en Italia, donde toda la gente hablará el mismo idioma. Podría mentir que siempre logramos mucho en nuestros congresos, o al menos hacerme una nota para trabajar más diligentemente para lograr mucho en Turín, aunque solo sea para demostrar que con un lenguaje común es posible lograr mucho, y prepararme para el congreso del próximo año.
Tal vez incluso me tome una copa de vino en honor a la lengua y su creador… Pero solo después de un pequeño esfuerzo, para que esa copa se convierta en una compensación, no en un escape.
Por supuesto, enviaré buenos deseos a mis amigos esperantistas, con los que suelo contactar en vacaciones (en Navidad, por ejemplo). Les agradeceré su trabajo por el Esperanto; les recordará que no están trabajando de forma aislada; les alentaré a hacer más, prometeré hacer más yo mismo.
Comprende: si queremos que el mundo celebre el Día del Esperanto, empecemos por nosotros mismos. Estemos orgullosos de nuestro Esperanto, pero sabiamente, con dignidad, con convicción.
¡Feliz Día del Esperanto! ¡Mundo feliz!
Humphrey Tonkin
Director del equipo de la Asociación Universal de Esperanto en
Naciones Unidas. Nueva York